domingo, 7 de julio de 2013

¿POR QUÉ NO HABÍA TURISMO EN CUBA?

    La Habana es el punto de recalo más antiguo en las rutas hacia las Américas,  y uno de los más jóvenes destinos turísticos con que cuenta el Caribe.

La paradoja se debe al hecho de que siendo pionera de esta industria en la región, y después de convertirse en el destino preferido del turismo norteamericano al sur de La Florida durante los años ‘50, al triunfo de Fidel Castro esta práctica quedó bajo cuarentena, un largo período de recelos por parte del nuevo gobierno revolucionario que veía en cada turista, en cada extranjero con una cámara al cuello, un agente de la CIA conspirando contra el gobierno.
Durante más de treinta años el comportamiento de las autoridades cubanas respecto al turismo extranjero, y en especial al llamado “occidental”, fue el mismo inexplicable que aún hoy practican las autoridades de Corea del Norte.
Cuba como destino turístico quedó descomercializada, y sus infraestructuras atrasadas respecto a los nuevos modelos que impuso la evolución de esta industria entre los años ’60 y ’90, cuando nuevamente, y por circunstancias estrictamente económicas, La Habana accedió abrir el país a vuelos charters repletos de pasajeros ociosos mayormente procedentes de Europa y Canadá.
Para su comercialización por entonces el país necesitó de turoperadores extranjeros  -sobre todo españoles-  que fueron quienes iniciaron la reconducción de la industria sin humo en una isla con condiciones naturales inmejorables donde de pronto, todo era posible y todo estaba por hacerse.
Dotada de un riquísimo patrimonio material e inmaterial, la isla de los cubanos continúa atrayendo la curiosidad de todo el que pasa por el Caribe. Puede que su infraestructura hotelera en general no llegue a compararse con la de Cancún, pero la belleza de sus playas y, sobre todo, el gracejo de su gente, hace de este país un lugar digno de ser tenido en cuenta a la hora de elegir un destino de vacaciones.

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