sábado, 31 de agosto de 2013

UNA REFLEXIÓN: CUBA NO ES SUS CAYOS.






    La maduración de un destino turístico es cosa de tiempo y, sobre todo, trabajo. Los trabajos de construcción de “piedraplenes”, esas carreteras construidas sobre un lecho artificial de rocas y que recorren kilómetros y kilómetros de superficie marina uniendo a la isla de Cuba con los cayos del norte, prometieron ser -allá por los años ’80-  la solución constructiva que abría el camino a un novedoso polo turístico: los cayos del norte. Así que trabajo hubo  -y destroce de ecosistemas marinos también-, pero a lo que me refería al principio de este párrafo, no era a trabajo constructivo sino más bien de comercialización para el posicionamiento de un producto de sol y playa que, bien mirado, en el caso que nos ocupa, es muy parecido, si no idéntico, al que ofrecen otras islas del Caribe.

Tras treinta años, los cayos cubanos comienzan a ser un destino relativamente conocido por el turismo que visita la isla, sobre todo por el turismo de bronceador. Su éxito actual, sin embargo, sospecho que no se debe tanto a un concienzudo trabajo de promoción antes que al natural boca oreja que, en particular a través de internet, relanzó a este producto en pleno siglo XXI. No quiero restar mérito a los turoperadores y hoteleros que, como la cadena Melíá, apostaron desde el principio por la cayería norte como un destino de éxito; pero nadie me quita de la cabeza que la promoción de este destino no fue suficiente ni inteligentemente ordenada.
Y aún tengo otra sospecha, más perturbadora si se quiere, y es que en sus inicios los cayos fueron concebidos como oasis para el turismo internacional que permanecería aislado y controlado por carretera, sin riesgos de contaminación ideológica para la población cubana, tal y como aún hoy sucede en muchos de ellos a los que tienen controlada la entrada de cubanos.
Como que simpatizo con los derechos de los cubanos a moverse por su país, y también con el hecho comprobado de que la mayoría de quienes viajan a Cuba lo hacen atraídos por la historia y la gente del país, los cayos no dejan de parecerme un producto desfasado en su gestión extraturística.
Mi recomendación a los turistas que viajen a Cuba es: vayan a los cayos, disfruten de ese reducto turístico, de sus excelentes playas y de sus instalaciones. Pero no agoten sus vacaciones en ese lugar. Muévanse por la isla y conozcan a su gente. Cuba es su gente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Google analityc