La
picaresca en Cuba existe desde los tiempos en que por sus costas asomaron los primeros colonizadores trocando a sus aborígenes oro por cuentas de cristal.
Así pues la picaresca no es nada reciente, aunque hemos de reconocer que una vez instalada en la
isla, el caldo de cultivo no pudo ser más propicio.
En
Cuba los hay quienes apuntan al turismo el renacimiento de la picaresca. Pero nada más falso. Mucho antes de los ’90 del siglo pasado, antes de que Cuba
se abriera al turismo internacional, ya existía el engaño y la estafa con sutiles maneras. De la gestión
económica en la Cuba socialista se podría escribir todo un manual sobre la picaresca
administrativa.
Leí
el otro día que un viajero se quejaba de haber sido timado en las inmediaciones
del capitolio habanero. Al parecer, alguien vendió a este buen samaritano una caja
de puros falsos.
¡Me
alegro!...
En
primer lugar porque es una regla harto conocida que nunca debemos comprar en la
calle artículos cuya certificación no se nos pueda acreditar. Y
esto vale para La Habana, Buenos Aires o Estambul. Vale para cualquier ciudad
del mundo.
En
segundo lugar, me alegro porque aún cuando al final resulte timado, en
principio la víctima en este caso actuó con intenciones de timador. Porque vamos a ver amigo mío,
si tiene usted en esta misma zona del capitolio habanero las cavas de las fábricas
Partagás, H. Uppman y de la Casa del Ron y el tabaco, ¿por
qué comprar a un desconocido “puros” Cohíbas más falsos que un maravedí
sevillano?
Pues
nada, por ahorrarse unos pesos, y porque “el dinero del mezquino va dos veces
al camino” (hoy me siento sentencioso y proverbial).
Para
los que visiten La Habana sepan que allí, tontos, pocos y vigilados, así que no
intente aprovecharse de nadie o lo más seguro es que salga trasquilado.
Otra
vez el consejo: Nunca, pero NUNCA, compre en la calle nada sobre lo que no esté seguro de su autenticidad y procedencia.
La
zona del capitolio, dada la cercanía de los hoteles Inglaterra, Parque Central,
Plaza, Sevilla y Telégrafo, suele ser frecuentada por turistas y personajes
ofreciendo verdaderas gangas. Aunque La Habana no es una ciudad peligrosa, este
tipo de situación como la que sucedió al turista de Marras es bien frecuente.
Otras
zonas en las que se debe estar atento son la calle 23, en El Vedado, el Malecón
y los alrededores de los hoteles Meliá Cohíba y Riviera.
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