Piénselo dos veces. Los cubanos son excelentes bailadores de sus ritmos y nada hay tan ridículo como un inexperto turista intentando remontar los ritmos criollos. Por lo general el atrevido termina haciendo el más soberbio ridículo. Bailar “salsa” es difícil pues para ello se emplean los pies, las manos, los brazos, las caderas, los hombros, la boca y la mirada insinuantes. Se necesita una dosis de sensualidad que si no tiene es complicado de disimular. Por otra parte, las complejas evoluciones de este baile es cosa de profesionales... o de cubanos.
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