Alguien me preguntó si en Cuba había racismo, si era igual ser negro que blanco. También pudo preguntarme si era lo mismo ser blanco que amarillo, mulato, mulato cuarterón, ochavón, blanconazo, jabao o chino cobrizo.
La respuesta a si existe racismo y en qué grado creo que está, en parte, en el tremendo mestizaje del pueblo cubano que impide a un cubano discriminar sin, al mismo tiempo, caer en el riesgo de ser discriminado. No obstante -qué quiere que le diga- el negro en Cuba es cierto que aún carga con la peor parte de los prejuicios. Ahora que -aclaremos- el racismo en Cuba no se manifiesta al modo en que lo encontramos en otras partes. En Cuba no existe Ku Kux Klan, grupos neonazis, no hay skinheads, hooligans o cualquier tipo de bandas violentas con ideologías total o parcialmente racistas. Pero sí que existe una cierta segregación no institucional. Si usted pregunta por el gerente de un hotel, difícilmente encontrará una mujer y negra, no así si preguntara por su responsable de relaciones públicas. En el sector del turismo el negro está relegado mayormente a empleos subalternos y directamente relacionados con servicios de carácter lúdicos. Esa es la realidad, aunque como en toda norma, no es difícil hallar excepciones. Eso sí, desde la insurrección de los Independentistas de Color en 1912, en Cuba no hay reportes de revueltas o choques violentos entre grupos por causa del color de la piel.
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